Sobre el compromiso y otras cosas pasadas de moda

Hace unas semanas, una responsable de una universidad mexicana contactó conmigo en LinkedIn. Me solicitaba si podría dar una conferencia a sus estudiantes.

Yo acepté, porque estoy comprometida con la difusión del conocimiento, mantengo este blog por ese mismo motivo y creo que es una de las formas que están a mi alcance para tomar acción y dar un paso al frente para trabajar por un mundo mejor.

Le ofrecí algunas alternativas entre mis áreas de conocimiento, y fue ella la que escogió, acordamos una fecha a una hora conveniente para ellos y cerramos el compromiso. Por supuesto, por mi parte era una acción completamente altruista y en ningún momento solicité ningún tipo de compensación.

Saqué tiempo del que uno nunca tiene para preparar la ponencia, le pedí algo más de información sobre la audiencia para poder ajustar los contenidos y le pasé el link donde iba a tener lugar la ponencia. Ahí ya un par de veces tuve que recordarle que estaba a la espera de su respuesta. Le ofrecí comunicarnos por e-mail para poder hacerlo más ágilmente que a través de LinkedIn, pero nunca me dio su e-mail.

Quizá tendría que haberlo visto venir. El día acordado a la hora señalada, por supuesto no se conectó nadie. Allí me quedé, preparada y con bastante cara de tonta, sin audiencia a la que hablar. Pero igualmente di la conferencia y la grabé. Porque cuando yo me comprometo a hacer algo, pasa a categoría de ley y no falto a mi palabra. Lamentablemente, no todo el mundo entiendo el compromiso de igual manera, y desde aquel día, del que han pasado ya varias semanas, no he recibido ninguna otra comunicación adicional, ni siquiera una mala excusa, ni siquiera una disculpa porque el perro se comió los deberes. Se pide un favor y luego sin más, se falla a ese compromiso, porque total, es alguien a quien no conocemos, no es más que un contacto de LinkedIn, qué más da...

Todo esto me reafirma en que tengo que seguir fiel a mi compromiso de hacer todo lo que esté en mi mano para intentar cambiar las cosas que creo que están mal.

Aquí está la ponencia que, pese a todo, grabé.