Pensamiento creativo

A menudo pensamos que practicar la creatividad está destinado sólo a aquellos que quieren ser artistas. Y esto no es así en absoluto. Solemos asociar las cuestiones creativas a las manualidades, a la artesanía y a las bellas artes, pero, en realidad, cada vez que ponemos a trabajar nuestra creatividad -da lo mismo con lo que lo hagamos-, estamos poniendo en práctica un músculo que se entrena con el uso, que más preparado estará cuanto más lo entrenemos.

La creatividad está en el origen del pensamiento creativo, y éste, a su vez, en el origen de la innovación. Y ésta a su vez, en el de la ciencia. Y ésta, a su vez, en el del progreso. La ciencia no tiene mucho que ver con la artesanía… ¿o quizá sí?

El pensamiento creativo es una de las llamadas competencias del siglo XXI. Es una competencia intrapersonal asociada con la capacidad de investigar el mundo, y por lo tanto, también con la competencia global. Necesitamos ser capaces de pensar creativamente para buscar soluciones novedosas a los problemas ya existentes, y a los que están por llegar.

Cuando nos permitimos pensar creativamente, no desechamos de entrada ninguna idea por loca o disparatada que parezca. Consideramos muchas alternativas, dejamos a nuestra mente volar libre buscando posibles respuestas, porque no hay sólo una válida. Nos permite pensar relajadamente, jugar con las ideas, las dejamos que vengan desordenadas. Y luego nos podemos ayudar de un papel para ponerlas en un orden lógico, desechar las que no encajan y seguir repitiendo el proceso.

Y todo esto es un hábito que hay que practicar. Animemos a los niños a jugar con su creatividad, dejarles libertad para que elijan colores, formas, que busquen maneras de que sus productos queden como ellos quieren, que prueben distintas opciones… y les estaremos ayudando a que sus mentes se estructuren adecuadamente para dejar fluir su pensamiento creativo, ahora y cuando sean adultos.